sábado, 26 de septiembre de 2009

Hongan-ji 本願寺 / Luz y Sombra


Los Honganji corresponden a la arquitectura japonesa, dedicada especialmente a la cultura budista.

De acuerdo a la percepción de la luz y sombra y las necesidades cotidianas de una cultura oriental, tan alejada en costumbres de la occidental, y muchas veces cercana, al verse influenciada debido a la economía de mercado instalada en el mundo actual globalizado.

Podemos darnos cuenta que la cultura milenaria, en la personalidad de cada oriental, aún se transparenta. Desde el momento en que Tabizaki se dirige a los actos ceremoniosos de la hora del té y la hora de ir a los retretes, donde en el primer caso el individuo se siente armonioso con los objetos de lacas, que mantienen su pátina que adquiere con el tiempo, y donde en el caso del espacio de retrete, habla de la madera, el aspecto oscuro y el dejo del tiempo que se estampa en ella, junto a las combinaciones de claroscuro que produce la noche y la luz de la luna.

Esta fijación, no solo se refleja en la manera de concebir la arquitectura, si no que tambien en la manera hacer cine, la manera en que construye su espacio personal, y hasta en las maneras tan cotidianas como tomar sopa, el individuo oriental se siente casi espiritualmente a través de la luz y la sombra, es por ello que sea tan lógico que Tanizaki critique la cultura occidental, y la manera en que ella se ha introducido evidentemente  en su cultura a través del tiempo. 

La cerámica y el metal,  dos elementos que se enuncian como un problema de la cultura occidental, materialidades que no dejan ver la característica pátina que tanto lo relaciona con el pasar del tiempo, por lo tanto la historia, aquella que habla del roce de las manos y el contacto del individuo con sus objetos cotidianos.

En el caso de la arquitectura, Los Honganji, contraria a las construcciones contemporáneas occidentales que se asimilan cada vez más con una construcción vertical. Principalmente podemos darnos cuenta de lo diferentes que son, su contexto y entorno, los Honganji como templos ceremoniosos, construidos a las afueras de la ciudad, lejos de la acumulación de personas y construcciones de la urbe, vemos que están inmersos  en bosque, envuelto por el verde de los árboles y la tierra húmeda, donde el viento produce vibraciones en las hojas que son agradables al oído, y donde principalmente genera luz y sombras que se proyectan en el espacio.

El alero de la construcción es la primera parte que se construye de los Honganji, de tal manera que se ocupa como quitasol, protegiendo del sol el perímetro de la construcción. La extensión de la techumbre hacia al exterior, al contrario de los occidentales, se debe a los distintos usos de materiales, protegiendo a su vez el habitáculo de los sucesos naturales como el viento, la lluvia y otros, creando a su vez un espacio sombrío, que para los orientales es la manera mas estética de habitar en el interior de un espacio.

La manera en que se ve la dirección de la luz en los objetos que lo llenan y la luz parcial en las murallas, las cuales varían según la hora el día de acuerdo a la posición del sol, fascina a los orientales, dejando ver a cada hora del día distintos objetos en el mismo objeto. Uso la palabra objeto para hablar de las paredes, puertas y demases que conforman el espacio, porque en cuanto a objetos decorativos, es poca la afinidad que los orientales tienen con ello. Prefieren las paredes de colores más bien neutros, que dejan ver el verdadero color de la luz del día, se fascinan por esa claridad tenue proveniente de la luz exterior. Es la proyección del afuera que se proyecta en el interior, ese juego de luces y sombras lo que crea lazos importantes entre el individuo oriental y su espacio de habitar, por que es la luz, la que en definitiva hace un objeto.

Fotografía: Wikipedia

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